Este corto supone mi vuelta al lápiz y al papel, después de tantos años... un verdadero placer. El cuento original de Franz Kafka siempre me fascinó por su brevedad, su concisión y su abstracción a la vez. Lo intenté realizar en varias ocasiones, con varias técnicas, hasta que al final lo elegí para desarrollar mi primer corto al estilo tradicional. La excelente música es de mi viejo amigo Michael Bastedo. Sé que no es ni mucho menos perfecto, faltaría más. Pero estoy contento del resultado porque ha cumplido bien el objetivo que me había propuesto: volver a encontrarme con el trabajo manual, con el grafito y el papel, con los asuntos propios del proceso y las posibilidades que le son propias. Me ha costado pero lo he acabado, y ya están en marcha un par de proyectos más en los que espero hacerlo mejor aunque sólo sea porque en esto, como en tantas otras cosas, la práctica es lo único que hay.

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